
No hay que negarlo: la cultura rusa es una de las mayores representantes del arte en todas sus formas y funciones, por lo que no es sorprendente que una mujer como Anna Pávlova sea uno de los mayores baluartes del ballet clásico, con un talento que aún resuena y retumba hasta nuestra época.
Nacida en San Petersburgo en 1882, tuvo una infancia dificultosa en Rusia debido a la mala economía que sufrían sus padres y el hecho de que ella había nacido con problemas de salud, haciéndola muy propensa a caer en enfermedades de manera repetida.
De todas maneras, Anna Pávlova pudo sobrevivir a estos momentos tan complicados y llevar una adolescencia más estable en otras ciudades, donde se vio encantada por el ballet gracias a su actuación en una obra de la Bella Durmiente.
Poco después de entrar en su adolescencia, comenzó una carrera en el mundo del ballet que la llevaría a la cúspide de la profesión y que le permitiría estar en ella por más de treinta años, hasta que muere en 1931 a los 49 años, en un momento en el que estaba en uno de los mejores puntos de su trayectoria.
Y no es complicado entender la razón de su éxito: si bien es cierto que Anna Pávlova transmitía una imagen un poco enferma y frágil, siempre había demostrado en el escenario una gracia, una calidad y una elegancia de movimientos que la posicionaron en un peldaño por encima del resto de su competencia.
Y, contrario a lo que podía ofrecer su imagen, el éxito de Anna Pávlova se debió al hecho de que su voluntad se supo imponer sobre sus debilidades físicas y trabajó extenuantemente durante sus siete años de preparación académica para volverse bailarina de ballet. Hizo ejercicios diarios de gran exigencia física para poder compensar los años de enfermedades, fragilidad y falta de resistencia en su cuerpo.
Anna Pávlova es uno de los más grandes ejemplos que podemos conseguir en la historia de Rusia en todo lo que a bastiones artísticos se refiere; es una dama que logró mucho, empezando desde un lugar lleno de pobreza y con una fragilidad física muy marcada. Pero a pesar de eso pudo convertirse en una brillante bailarina de ballet clásico y sorprender a toda Europa en sus exitosas giras por gran parte del continente.